29/12/09

No hay Nada ya... Parte 2.

He esperado tanto este momento…

Te dije que volvieras cuando me odiaras más… y ese día sería justamente hoy, cuando el sol esta a punto de morir. Y aquí nos encontramos como el primer día: en el Ángel de Oro.

En nuestra sangre solo hay deseo de muerte, en nuestra mente no hay más que poder absoluto, nuestros labios están tan rojos como el mismo veneno que un día creamos juntos. Tu mirada es tan cruel como el mismo destello de mis pupilas. No somos más que dos demonios listos a devorar el último suspiro del otro.

- “Toma tu tiempo y dime cuando estés listo… yo, espero paciente.”



El infierno lucía tan espectacular. Cuerpos gritando el dolor que carcomía sus pecados, almas llenas de lujuria caminando casí sin fuerza, ángeles convertidos en cuerpos deformes por la tentación al abandonar el paraíso para disfrutar el infierno… en el que nunca fueron bienvenidos. No hay espacio para los humildes de corazón.

Cada uno caminando en el opuesto, miradas perdidas en la exquisitez del infierno. Era sin duda alguna el preludio a la batalla final. Entonces emprendieron un camino hacia la cumbre, mientras sus pasos eran firmes, sus recuerdos volvían con más y más fuerza.

Uno de ellos cerró los ojos y se detuvo extendiendo sus brazos para finalmente cubrir su rostro. Escurrían lágrimas por sus mejillas hasta que un grito desesperado termino por agotar la última de sus lágrimas. Limpió su rostro y continuo sus pasos a la cima… entonces en su rostro se dibujo una sonrisa que reflejaba su sed de venganza.

El otro llevaba unos pasos de ventaja, caminaba tan dócil y elegante que su mirada era el complemento perfecto para un demonio cruel, maldito y lleno de ira. No se detenía ante ni un solo recuerdo que pasaba por su mente. Levantaba la ceja mostrando superioridad al tiempo que sus manos se dejaban acariciar por el viento.

Cada uno por su lado, hasta que se encontraron en la cima.

Eran miradas de odio…


- Es la última vez que nos veremos sin rasguños en la piel, sin perforaciones en el alma… sin vacíos en la memoria. Son los últimos minutos de nuestra vida en este universo. Tan insignificante será después de nuestra destrucción. Víveme…

- Ha sido tanto, que merecemos una muerte sangrienta y sin piedad como este reino en el infierno.

- Disfruta la última batalla… maldito!!


Caminaban con el porte majestuoso propio de un amo del infierno y ambos vestían la gala ardiente de un demonio. Ambas coronas, de platino, eran deslumbrantes. Volvieron la mirada y se encontraron.

Suspiros… rabia… placer… instinto… Pasión.

Y el silencio se apoderó del ambiente por un instante. La oscuridad en el infinito marcaba el ambiente mortal, solo fueron unos minutos y entonces una cantidad impresionante de rayos y truenos termino con la oscuridad y el silencio.



Fue al momento de un trueno nunca antes visto cuando ambos extendieron sus brazos para dejar caer la capa que cubría sus espaldas, lo hacían con tanta sincronía que todo parecía perfecto.

Arquearon sus cuerpos para liberar las alas del Demonio. Eran aun más brillantes que la última vez, oscuras y fuertes. Cada uno tomó su corona y la aventó al vacío, fue ahí cuando un rayo las destruyó convirtiéndolas en el más fino polvo precioso que termino por esparcirse en todo el espacio hasta fundirse en las llamas.

No había nada más espectacular.

Un grito ensordecedor termino con la sincronía del paisaje y solo se vio como uno de ellos golpeo el estómago del otro provocándole una herida de la que brotaron unas cuantas gotas de sangre.

El otro, al tenerlo cerca, grito tan fuerte que termino por casi asfixiarlo mientras apretaba su cuello, hasta dejarlo sin aliento por un instante. Y al final, lo soltó.

No había tiempo para nada, cada segundo era valioso. El sol había muerto ya y el Ángel de Oro sonreía disfrutando el fin...

No le permitió levantarse y pateo el cuerpo con tanta fuerza que lo hizo volar en el aire hasta caer en el lado opuesto… al filo del vacío. Fue cuando este se levantó y volvió a llenarse de furia. Corrió sin detenerse hasta encontrarse con el otro, ambos envolvían al otro con veneno y gas mortal.


- Ahhh!!! Maldito!!! muérete idiota!!!

- Hahahaha… moriremos juntos Ray...

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