- Ah!
Un suspiro inundó el silencio profundo
dentro de la cabaña y desencadenó un gemido provocado por el placer de sentirse
tocado sexualmente entre las piernas mientras mantenía los ojos cerrados. Tragaba
saliva mientras las uñas de sus manos se encajaban en los brazos del sillón donde estaba sentado.
El torso desnudo dibujando
perfectamente los músculos de su abdomen; plano y marcado, más no exagerado. Ya no tenía abrochados los primeros botones de
sus jeans, dejando al descubierto parte de la oscuridad de su ropa interior.
Piel deliciosa y tersa
envolviendo el cuerpo atlético de un chico completamente excitado. Abrió los
ojos y observó una sonrisa atrevida mientras sentía los labios del otro en su
abdomen. Iba, entonces, directo a la perdición.
- No voy a lastimarte…
Sabía lo que estaba haciendo,
entendía el deseo del otro y lo hacía con la
perversión propia del deseo, a veces se le escapaba un segundo de
inocencia y ternura que le hacía demostrar sumisión. No era la primera vez que
lo hacía y aunque no era un experto, sabía cómo provocar el lado perverso de su víctima
hasta llevarlo a experimentar un orgasmo pleno y sucio.
Mientras, con su lengua recorría
la parte baja del abdomen y con sus manos quitaba los jeans de aquel chico.
Permaneció así un largo rato, el estaba con el torso desnudo y el otro vestía únicamente un bóxer negro que no
dejaba nada a la imaginación y delataba algo más que excitación; dejaba al
descubierto el exquisito estado sexual e insinuaba aun más intenso un estado mental
que desataba la furia haciéndole retorcer su cuerpo lleno de
placer mientras sentía como le recorrían cada centímetro de su piel.
El ambiente era perfectamente
relajado; no había más de media docena de velas rojas encendidas que iluminaban
tenue la cabaña. A través de la ventana se podía observar la cantidad de
estrellas en el firmamento, a lo lejos, muy a lo lejos la silueta de una
montaña mordiendo una parte de la luna.
Calentó sus manos con un poco de aceite y con ellas sabía que podría
enloquecerlo aun más.
- ¿Te gusta?- Preguntó.
- Me encanta como lo haces.
– Respondió con los ojos bien cerrados.
- Desde que te vi aquella vez corriendo
en la pista sabía que un día conseguiría acercarme a ti.
- Y lo conseguiste. – Afirmó con
una sonrisa sutil en los labios.
- No ha nacido un mortal
imposible para mi.
- Solo recuerda que no soy gay y
solo será esta vez. – Aclaró.
- No dije que lo fueras, pero volverás… –
Sonrió.
- ¿Tan seguro estas de lo que
dices?
- Solo te irás… solo volverás.
Inocente, perverso, delicado, sucio, atrevido… letal.
Lo invitó con las manos a levantarse. Ambos cerraron los ojos, ahora
si podían estar bien cerca. Olía su piel, besaba su cuello, acariciaba su piel
y se perdía en ella; por momentos parecía que deseaba desgarrar la piel de su
espalda enterrando sus dedos tanto como podía. El otro se dejo llevar por la
situación y también lo abrazaba, empezaba a consumirse en el deseo.
…
Mientras estaba de pie, sujetó la cabeza de su compañero hasta que
consiguió que estuviera precisamente sobre sus rodillas y a la altura de su
abdomen. Acercó todo su cuerpo a la cara del otro, estaba ya demasiado excitado.
- Pruébame, se que lo deseas.
- Tanto como tú. – Respondió
mientras estaba de rodillas.
Y en un momento empezó a sentir la humedad de esos labios recorriendo
la inmensidad de su excitación que guardaba dentro de esos bóxers negros. Era
brusco y tomaba la cabeza del otro con toda su fuerza para pegarlo tanto como
fuera posible a él. Sintió como poco a poco iba bajándole el bóxer hasta caer
sobre el piso y quedar completamente desnudo. No había nada que esconder ya, y
el poco pudor que existía se había esfumado por completo. Las preferencias
sexuales habían quedado atrás, solo el deseo ardía por dentro… quemaba.
- ¿Me deseabas? ¡Mírame!
- Suficiente… - Afirmó
mientras le observaba directamente a los ojos.
Sus labios devoraban cada centímetro de esa parte en su cuerpo, y con saliva calentaba aun más lo que evidentemente se mostraba pleno, duro e
hipnótico. Sentía caliente hasta la garganta. Probó entonces el placer del
otro.
Ambos respiraban agitados.
- ¿Quieres que…?
- No.
- ¿No qué?
- No quiero.
- ¿No? Aprovecha…
- No.
- Me deseas cabrón, lo sé.
Y lo agarró con fuerza, lo levantó y lo colocó de espaldas a la pared.
- ¡Aaaah! – Gritó cuando lo
tomó del cabello para levantarlo
- ¡Siénteme!
Sólo se escuchaban gemidos intensos mientras le penetraba con toda la fuerza
que su masculinidad le permitía, ya nada era prohibido y realmente disfrutaba
lo que estaba haciendo… con otro hombre.
Lo aventó a la cama y aunque intentó levantarse, le sujetó de la
cintura y del cabello para volver a poseerlo con toda la fuerza de sus
veintitantos años. El otro solamente se ahogaba en el placer que le provocaba,
combinación perfectamente erótica para ambos. Ambos ya acostados y en una
posición que le permitía tener otra vez el control, dejó que sus sentidos se
perdieran en un instante completamente explosivo.
Se movían con tanta precisión que atinaban chocar sus cuerpos con
tal intensidad que parecía no tardarían mucho más en silenciar la excitación
corporal y mental con un orgasmo turbio quizá, pero pleno. Fue uno quien alcanzó primero un orgasmo
espectacular contrayendo su cuerpo, mientras el otro gritó en el mismo momento
en que vació todo su interior en el cuerpo de quien lo había seducido.
Se desprendió unos minutos después y se quedó observando el techo de
la cabaña. Estaba exhausto. El otro miraba por la ventana, lo había conseguido
y lo había disfrutado aun más de lo que el mismo se lo imaginaba.
- Vaya que lo haces muy bien.
– Murmuró mientras seguía con la mirada perdida en el techo.
- Tú resultaste justamente lo
que yo esperaba.
- ¡Calla! Fue debut y despedida.
- Afirmó.
- Así dicen todos, más de uno ha
vuelto. Lo harás.
…
Se levantó de la cama y recogió su ropa que estaba tirada en alguna
parte de la habitación, se puso los jeans, mientras charlábamos un poco más;
sus gustos y los míos, tomó un par de cervezas del refrigerador y me alcanzó
una que ya había destapado, se sentó a la orilla de la cama. Me miraba, permaneció
callado un momento y sonrío; me confesó que era su primera vez con un chico y
que no había sido una mala experiencia, que lo había disfrutado más de lo que
había imaginado. Dijo que tenía novia, en realidad no me importó. Se recostó nuevamente en la cama y empezó a
hablarme de fútbol y un poco de su trabajo, me cuestionó las mismas
curiosidades que todos, o la mayoría, tienen antes o después de irse a la cama con alguien de su mismo sexo.
Terminó de vestirse y se despidió
apretándome la mano y mirándome con una sonrisa que, más que discreta, parecía atrevida y misteriosa.
…
No sé cuanto tiempo había pasado desde entonces, pero al salir de
bañarme, encontré un mensaje de texto: “¡Que onda! ¿Cómo estás?, soy Joel ¿Me
recuerdas? Estoy cerca de tu casa ¿Puedo pasar a verte? Tengo ganas de…”
“Sabía que volverías.” Respondí y entonces escuché a los
pocos minutos que ya estaba tocando mi puerta.
- Adelante –
Sonreí.
Dirty & tasty.
This is me... and me.