12/12/11

Paraiso

Ahí estas, esperando a encontrarnos después de 17 meses de ausencia.



No puedo ocultar la emoción de saber que estamos a unos metros de reconocernos con la mirada y con un dulce gesto lleno de emoción y aprecio. Eres el mismo de siempre, el chico noble y tierno que con un abrazo termina conquistándome hasta perderme en un mundo que vuelve a ser mío.


Nos hemos encontrado en un lugar tan público que se vuelve tan privado cuando nos identificamos con la mirada y consigo olvidarme de todo lo que nos rodea. Y es que no puedo evitar enloquecer con tu sonrisa tan transparente y agradable tan pronto nos acercamos… el olor de tu piel y el calor de tus brazos. Tan deslumbrante como nunca y tan inquietante como siempre.


Y nos saludamos con una emoción discreta pues no sabemos cómo reaccionar después de tanto tiempo, pero seguimos manteniendo la complicidad de aquellos tiempos en los que solíamos vivir en la emoción del primer amor.


Conversamos como si no hubieran pasado tantos meses, como si apenas nos hubiésemos despedido ayer para ir cada quien por su camino a seguir viviendo y descubriendo la maravilla de vivir…


Había caído la noche y caminamos por una plaza de la ciudad, la emoción no puedo describirla en unas cuantas líneas y no intento hacerlo en mil pues es una emoción de esas que guardo celosamente para mí y que no comparto más que contigo.


Con la mirada nos decíamos tanto; no precisamente amor, pero si la sensación de compartir un momento con el corazón y con la honestidad del respeto que nos tenemos, más aun de los sentimientos que llevamos dentro.


Y nos perdimos entre la luna y las estrellas hablando de tanto y viviendo lento. Hasta que desaparecimos en medio de la noche cada uno por su lado con la certeza de encontrarnos al atardecer del día siguiente.


La mañana transcurrió un poco lenta mientras conversaba con mis pensamientos y esperaba al momento de llamarte para decidir dónde encontrarnos y a qué hora. Y reapareciste tan galán como una noche antes, tan exquisito en tus palabras y tan sonriente llamando la atención de la misma luna. Inevitable no abrazarte…


Entre risas y miradas llenas de emoción convivimos un momento con mi familia. Provocabas nervios en mi y esa sensación tan fabulosa e indiscreta en el estómago al punto de hacerme temblar con solo sentirte cerca, con solo sentarme junto a ti a la orilla de la cama mientras los demás observaban la magia que provoca tu existencia en mi.


Después de unas horas nos encaminamos al lugar de siempre pero que contigo es diferente, es mejor. Ya esperaban mis amigos y yo simplemente estaba feliz de saber que me acompañabas y que disfrutabas que estuviéramos compartiendo ese momento.


Mientras caminábamos los demás nos observaban y nos veían sonreír pues hablábamos con el corazón, nos expresábamos con la emoción y nos entendíamos con un sentimiento. Y es que si nos escucharan conversar entenderían la sensación que provocas y descubrirían el poder que tienes para calmar el tiempo y para despertar las emociones más naturales que solo contigo he podido disfrutar…


Y es que contigo soy yo mismo, soy el que conociste hace tanto tiempo y que consiguió un pedazo de tu mundo. Contigo caen las murallas de mi cuerpo y los escudos de mi voz pierden toda su fuerza; contigo olvido el miedo a caminar y disfruto el exquisito sabor del viento que nos acaricia, contigo todo es distinto… hasta el brillo en mi mirada.


El tiempo nos alcanzó, y después de divertirnos un poco con los demás, volvimos a casa. Nos sentamos a la orilla de la cama a observar el amanecer para quedarnos dormidos uno cerca del otro con la misma inocencia de un par de adultos viviendo emociones sinceras. Despertar fue mágico, ver tu cuerpo largo recostado a un lado mío, tus manos en tu carita trazando la ternura inolvidable de tu esencia… ni los rayos de sol que se colaban por la ventana eran tan cálidos como sentir tu cuerpo mientras me abrazabas.


Abriste los ojos …


- “Te quiero mucho”


- “Yo también te quiero mucho”


Por momentos me detenía a observar como tu cuerpo lucía tan calmado como siempre, escuchaba tu respiración y veía como jugabas con tus manos mientras tapabas la luz del sol que se acercaba a tus ojos; como siempre podía percibir el olor que desprende tu piel… tan tuyo.


Y nos perdimos un rato más en un abrazo honesto y lleno de buenas emociones hasta que volviste a quedarte dormido. ¿Sabes? Son los momentos que más guardo en mi memoria… Las horas seguían pasando y el sol desaparecía por la ventana para revelarse en un atardecer maravilloso. Entre sueños despertábamos y nos entendíamos con una sonrisa, con un abrazo o con un “te quiero”. Y me regalaste el mejor momento después de aquella vez en que me besaste por primera vez.


Despertaste y volví a abrazarte.


Tenías que volver a casa y al anochecer nos despedimos pensando en encontrarnos antes de marcharme. Y entonces, las horas empezaron a transcurrir más y más rápido, solo quería volver a verte y abrazarte para poder volver a casa en paz.


Pasó un día completo para volvernos a encontrar y para entender un poco más de mi vida, un poco más de mis emociones y sentimientos. Reconocí lo que deseaba y necesitaba para vivir en paz y perdí el miedo a tomar decisiones entendiendo cada una de las consecuencias que tiene el hecho de decidir.


Y es que estoy convencido que me hace falta convivir más tiempo contigo, que no soy completamente feliz donde estoy y que necesito atender lo que quiero para mi en cada aspecto de mi vida antes que el sol muera. No cabe duda que haber disfrutado estar en la cima me motiva hoy a encontrarme espiritualmente y ser mejor que antes, mejor que nunca. Y me gusta la idea de estar cerca de ti.


Así nos encontramos en la tarde del martes a la salida de tu trabajo. A diferencia de otras veces, en que la ansiedad me carcomía por que dejaría de verte muchos días, mantuve mi tranquilidad sin un solo esfuerzo pues estaba disfrutando cada minuto, estaba viviendo el presente. Fuimos a aquella plaza que tantas veces hemos recorrido juntos, caminamos dentro de las tiendas riéndonos de tantas ocurrencias. Y las últimas personas caminaba a la salida de la plaza… hasta que sólo quedábamos tu y yo caminando alrededor del enorme pino de navidad que estaba en la puerta principal.


Caminamos un poco más, salimos y hacía un poco de frío. Y cada segundo contigo era igual de emocionante e interesante, como siempre. Hasta que llegamos a la entrada del tren donde nos despedimos…


-“Gracias por lo que has hecho por mi”


-“Tu también gracias por lo que haces por mi” - Respondió.


-“Te quiero muchísimo” -


-“Yo también, yo también te quiero mucho” - Y sonrió mientras me miraba.


Con una sonrisa en los labios y un abrazo nos alejamos sin voltear la mirada. Esta vez camine con tranquilidad y sin miedo pues sé que pronto voy a volver a verte. Y sé que las estrellas brillarán mejor que nunca y el viento destilará el exquisito olor de un amor natural.


Unas lágrimas resbalaron por mis mejillas mientras volvía por mi equipaje y entonces un mensaje tuyo apareció en mi móvil: “Cuando menos veamos ya estaremos juntos otra vez para divertirnos …”



“How to be brave how to love when I am afraid to fall watching you stand alone, all of my doubts suddenly goes away … I´ve died everyday waiting for you, don’t be afraid I´ve loved you for a thousand years and I love you for a thousand more. One step closer”


Dedicado a la persona que he amado desde el primer día en que le conocí:

José Luis