12/9/09

In The Dark

Cap. 7 In the Dark


Hace ya algunas semanas desde aquel accidente que lo tuvo inmóvil en una cama dentro de la habitación de un hospital.

Entre la vida y la muerte luchaba todos los días, habían días lúcidos y otros no tanto, amigos y familiares a su alrededor. Hasta que despertó por completo de una larga y profunda pesadilla. Le dolía todo, pero había vuelto a la vida.

Antes de abandonar el hospital se reflejó en un espejo, tenía rasguños fuertes en el rostro, heridas en el cuerpo y … cicatrices emocionales que estaban cerrando por fin. Los días calmaban la ansiedad. Había enterrado ya su memoria del pasado en un cementerio lejos de la imaginación, cerca de la realidad.

Alguien ha estado presente en su mente...



Ya ha pasado algún tiempo desde te conocí. Debo reconocer que esa noche no esperaba encontrar a alguien que me robara cada una de mis miradas hasta perderme en la imaginación de un mundo que poco a poco fue materializándose hasta conseguir hoy estar cerca de ti cuando el tiempo lo permite.

Una forma poca convencional de conocerte, pero de otra forma no creo que algún día pudiese coincidir en tu espacio… en tu tiempo.

Recuerdo perfectamente cuando nos presentaron en ese antro, en la fiesta de cumpleaños de esa chica tan especial para mi y amiga tuya, nos saludamos con las manos, tu mirada tan indescriptible como la misma línea impresionante de tus labios. No conversamos mucho en ese instante.

No deje de verte y me senté frente a ti mientras estabas de pie conversando con alguien más, me perdí. Pasaron los minutos y la sensación creció en mí. Mirarte de cerca fue carcomiendo mis fuerzas hasta quedar completamente inmóvil por la fuerza de tu presencia.

Dijiste que te ibas. Instintivamente reaccioné y te invité a que tomáramos una cerveza juntos en la parte de abajo de ese bar. Mientras conversábamos, bajamos las escaleras y caminamos hasta que el tiempo de ti se terminaba. Quedamos en que llamaría para salir a tomar algo, te ibas ya. Solo recuerdo haber respirado profundo para poder decirte si podía darte un beso…
El tiempo se detuvo en el momento que tus labios se quedaron en los míos por algunos segundos. Fue una emoción distinta, pura y tierna. Deje de pensar y me olvidé de todo. Ha sido, honestamente, un beso que no olvidaré nunca.

Volvimos a reunirnos con el resto del grupo. Y te despediste, no sin antes volver a besar tus labios, pero no con la misma privacidad y sensación de unos minutos antes. Después de eso, recordé como se sonríe por la emoción que provoca la sensibilidad de poder compartir un instante con alguien que merece la pena.

Desde entonces he procurado compartir algunas tardes contigo, he aprendido un poco más de tu forma tan singular de ser, de tu forma fantástica de llenar el vacío, de la forma increíble en que la armonía de tu voz llena el silencio, de cómo tu silueta brilla en la oscuridad y como el destello de tu mirada vuelve soportable el frío en la ciudad.

Hoy se lo que tu significas para mi.

….

Después de escribir unas líneas en mi diario es momento de dormir. Mañana podré disfrutar estar cerca sin preocuparme por verle al siguiente día y sin temer que será la última vez que compartimos una tarde.

Apagaré las luces para poder observar la noche desde mi cama mientras consigo dormir hasta perderme.

Es un día tranquilo, como las últimas desde que el pasado se ha ido de mi hasta sepultar mi memoria en la muerte de los que me hicieron daño. Ya no hay un solo rastro de la metáfora increíble de su muerte en aquellos sueños de sangre, en esas noches de ira. Hoy ya no hay nada.

Solo yo y la emoción de las tardes que he pasado desde entonces con José No hay nadie como el, no hay inteligencia más exquisita que la de él, sus disparates, su ironía tan transparente, su verdad tan intrigante, su expresión cósmica, su forma tan esporádica de demostrar aprecio, su humor tan ácido en ocasiones… siempre él.

Las horas han pasado, debo irme para estar a tiempo en donde le encontraré.

Me he mirado en el espejo: mi sonrisa refleja tranquilidad y mi mirada luce paciente. Y hoy aun más por que, como cada vez que nos vemos, el tiempo se detiene cuando platicamos de tantas cosas.

Tomo un taxi en la puerta de casa y se encamina a la avenida hasta llegar al centro de Coyoacán. He llegado a tiempo, la noche esta empezando a caer y aun no llega. Creo debo esperarle unos minutos como es costumbre. Ya no hay tanta gente, se empiezan a alejar a las cafeterías y bares de los alrededores del parque, dejando un poco solitario el espacio.

Y después de unos largos minutos de espera…

- “Hola, me da muchísimo gusto verte de nuevo...”

- “Disculpa que haya llegado un poco tarde, pero había tráfico”
reCursivaspondío mientras se daban un abrazo.

- “Te parece si vamos por un café y nos sentamos aquí en el parque para conversar tranquilos?”

- “Como quieras esta bien Rayito…”
y le dió una palmada en la espalda.



Mientras caminaban conversaban sobre como la habían pasado los últimos días, uno en la Universidad y el otro en el trabajo. Sonrisas cruzadas en algunos momentos y un sin fin de comentarios que provocaron una conversación agradable para ambos.

Ordenaron dos tazas café para llevar y las recibieron. Se dispusieron a caminar de regreso a donde se habían encontrado. Pero sin detenerse, continuaron sobre la banqueta de la calle principal…

La noche había caído ya y las luces se habían encendido ya en algunos lugares. Conversaban de tantas cosas que sus miradas solo reflejaban sentir lo agradable de ese momento. Por instantes se dibujaban sonrisas naturales, la estaban pasando bastante bien e incluso dejaban escuchar algunos segundos sus risas, que reafirmaban el hecho de estar pasando un buen momento.

Por segundos caía el silencio y así mismo volvían las palabras con fuerza. Era tan interesante el momento que se olvidaron que estaban caminando sin rumbo fijo hasta que se acercaron a un parque por demás iluminado pero muy solitario. Ideal para sentarse a discutir una conversación muy entretenida para ambos.

Ya pasaban de las nueve de la noche y ambos parecían divertirse juntos, no había miradas tristes ni sonrisas fingidas, todo era natural y espontáneo.




- “Me hace muy feliz estar compartiendo este momento contigo, después del accidente que tuve, eres muy importante para mí. Gracias por estar esto y por todo.”
Su cara expresaba la emoción de tenerle cerca.

- “Gracias Ray, es muy chido pasar tiempo contigo.”



Y entonces, el silencio cayó alrededor de ellos y uno se acerco a los labios del otro, dejando sentir la libertad y la emoción de un beso. Segundos increíbles y la escena más tranquila y respetable. Sin morbo.


- “Vámonos antes que sea más tarde Ray, debo llegar temprano a casa” dijó con una expresión tímida después del beso.

- “Si, esta bien... debemos regresar” le respondió.



Y ambos retomaron el camino de regreso. Después de unos minutos, volvieron las sonrisas por la complicidad del momento anterior y de nuevo la conversación calmo el silencio.

Mientras caminaban, observaron a lo lejos que venía un auto a exceso de velocidad y el instinto les hizo detenerse a observar como se acercaba.
José empezó a quedarse en silencio mientras caminaban. En su mente los sentimientos le confundían una vez más por lo que había sucedido. Era algo que no quería que pasará pero que el momento se dio y aceptó la situación.

Por su parte, Ray empezaba a darse cuenta de la situación y trataba de calmar la tensión con algún comentario. Y no conseguía gran cosa.

- “Te arrepientes, cierto?”

- “No, no me arrepiento, solo que... ”

- “Entonces que sucede?”

- “No lo sé Ray, eres un chavo agradable y me gusta que salgamos, pero…”

José no supo dar explicación alguna a lo que estaba sucediendo y el momento le estaba causando cierta incomodidad hasta que exploto y no pudo controlarse.

- “No puedo con esto, no lo entiendes?”


No dijo nada más y abrazó a su amigo.

- “Perdóname Ray…”

Le dio un beso en la mejilla, y con sus manos tomó el cuello de su amigo con toda la intención de ahorcarlo. Las fuerzas que tenía en las manos hacían todo por asfixiar a Ray, quien desesperado intentaba con movimientos bruscos escapar de sus manos.

Por un momento alcanzo a soltarse y recogió una botella quebrada que estaba entre las piedras. En ese momento José ya estaba de nuevo apretándole el cuello.

El instinto por sobrevivir…

Enterró, sin pensarlo un solo segundo, la botella en el brazo de su amigo y lo rasgó con el poco de fuerza que tenía. La sangre salpicó a ambos.

José aventó a Ray tan lejos como pudo y así recogió un cristal con mucho filo y fue sobre su amigo, quien estaba tirado en el piso intentando recuperarse. Cayó encima, enterrándole el cristal en el estómago. Al momento que el hacía eso, Ray alcanzó a clavarle, en el cuello, restos de cristal que aun conservaba en la mano. Ambas miradas mostraban desesperación en intento frustrado por sobrevivir. Después de unos segundos, había ya un charco impresionante de sangre.

- "Te quiero..."

Fueron las dos únicas palabras que se pronunciaron en el silencio de la noche.

Dos cuerpos yacían en medio de una calle solitaria… dos cuerpos distintos que buscaban identidad en medio de una confusión.

Beloved M.

3/9/09

La Playa.... Asesino.

Cap. 6 La Playa... Asesino

Hace algún tiempo, conocí a alguien que me provocó un sentimiento que no se como describir. Su situación de soledad aun en el mundo en el que vive, quizá ha sido lo que me ha atraído, además de la emoción de ser esa persona quien me trata de una forma poco convencional y para mi, bastante confortable.

Es la oportunidad de intentar sentir y dejarme llevar por una emoción que parece tan natural y discreta como una sonrisa de complicidad y esta tarde decidimos compartir una noche solos en una playa a unas cuantas horas de la ciudad. Los dos intentando lograr esa conexión.

El trayecto en el auto ha sido bastante agradable, como en las conversaciones que antes habíamos sostenido, su sonrisa y su sentido del humor, la magia de las palabras al observar algunos paisajes, la caída del sol desde la carretera. La magia y la protección de su presencia… conquistando mi espacio.

Y así después de unas horas que pasaron sin sentir, llegamos a instalarnos en la cabaña que el hotel nos asigno, a un lado de la playa. La noche perfecta y el sonido de las olas estrellándose en unas rocas cerca del acantilado.




Los dos nos detuvimos a observar, en el horizonte, el reflejo de la luna sobre el océano. Me perdí en su mirada y solo sonrío. Caminamos unos metros hacia la playa, hasta que el agua mojaba nuestros pies.

No hay antes, ni después. Lejos de la ciudad en la tranquilidad del mar y la suavidad de la noche. Y así, sentados a la orilla de la playa conversamos y jugamos mientras bromeabamos juntos, entonces un beso termino con la distancia física.



Sonreímos.

No había más, los dos juntos dejándonos llevar por una emoción y un sentimiento indescriptible y natural. Nadie nos observaba y nadie nos juzgaba. Eramos dos locos viviendo el momento y la aventura.

Acercamos el auto a la cabaña para poder encender la música, su música y así empezamos a beber un poco de alcohol, mientras platicábamos sobre nuestra vida, recuerdos de la infancia de cada uno que salieron del interior envolviendo el ambiente con la misma inocencia de esos años.

Podía sentir su protección en sus besos, después una sonrisa tierna en sus labios. Y continuábamos nuestra conversación. Ni uno de los dos hablaba de amor… era más bien disfrutar el estar solos, lejos del mundo y sintiendo.



Y nos recostamos sobre la arena, nos perdimos en las estrellas mientras hablábamos de lo bien que nos sentíamos en ese momento, de la magnifica emoción de compartir una noche así… habíamos esperado tanto. Atrás había caído la máscara con la rudeza de su personalidad para dejar al descubierto una emoción indefensa en busca de amor y protección. Ahí estaba yo… acariciando los sueños y la realidad de su persona.

Cuando menos lo esperaba sentí sus labios sobre los míos y nos dejamos llevar por la emoción de estar juntos. Un beso tan largo y sensible que perdí la noción del tiempo.

“Te quiero…” fue lo único que dijo.

Y el tiempo se detuvo, ni una palabra. Solo nuestra mirada perdida en el cielo. Nos levantamos y caminé hacia la playa, a mojar mis pies y empezó a sonreir Dijo que jugáramos un poco y que quería tirarme al agua. No dude en echar a correr, mis pies salpicaban y se escuchaba, además del sonido de las olas, mis pisadas en el agua.

Venía corriendo detrás de mí, su risa se escuchaba en el viento y no dejaba de insistir en que me alcanzaría y me tiraría al agua. Fue divertido para ambos, hasta que me cansé y deje de correr, estaba lejos de la playa. Me alcanzó, me abrazó con fuerza para encaminarme al agua. Puse un poco de resistencia pero al final no lo conseguí y me llevó hasta el agua y en el intento por tirarme, me detuve de sus piernas y conseguí que cayera conmigo. Nos reímos hasta cansarnos.

Y volvimos a la arena…


Después de un rato propuse que fuéramos al mirador, arriba en un cerro de la ciudad.

"Vamos …" Dijo.

Y así maneje al malecón y de ahí tomé la avenida que sube al cerro donde estaba un pequeño mirador alejado de todo y de donde se podía observar la ciudad desde lo alto. No había nadie afortunadamente y sin decir nada nos empezamos a besar, estaba todo oscuro afuera y le sugerí saliéramos del auto.

Inicio un momento de verdadera intensidad donde solo se escuchaba nuestra respiración en el viento y los cuerpos cada vez se estremecían más. Era más delicioso de lo que esperaba, sentir su cuerpo y su piel en mi, sus labios en mi cuello, sus brazos en mi espalda. Solo éramos dos en el universo.



Movimientos eróticos y miradas llenas de placer. Sus labios suaves en mi piel y los míos recorriendo cada parte de su cuerpo. Fuimos más y más lejos hasta que el tiempo se detuvo en el clímax del placer. Un suspiro y una sonrisa exquisita marcaron la complicidad de lo que ahora era un secreto.


Y caímos al piso, sonreímos. Dijiste que había sido genial y fantástico. Nos vestimos y nos sentamos a la orilla del desfiladero, con la intención de compartir alguna conversación.

"Te veré de nuevo?"

"Si... seguramente nos veremos de nuevo"

Y retomamos la conversación de unas horas antes, nuestra forma de vivir tan distinta y tan emocionante, un poco de nuestra infancia y alguna que otra memoria de la adolescencia. Debo admitir que surgieron momentos realmente aceptables que provocaron una emoción transparente. Lo podía percibir en la tranquilidad de sus palabras y en mi bastaba sentir la naturalidad de mi mirada.

En un instante miro la pantalla de su móvil, y el tono de su voz se volvió indiferente. Se disculpo por que debía hacer una llamada, se alejó.

Volvió, me pidió regresáramos a la ciudad por que había olvidado que a la mañana siguiente le esperaría su novia en su apartamento, y no podía ausentarse. Encogió los brazos y murmuro que lo sentía pero que así eran las cosas.




Y entonces un torbellino de emociones vino a mi, recordando los días en que decía quererme y necesitarme, cuando su soledad le pedía mi compañía, en lo que sentía al recibir algún mensaje de texto en el que expresaba lo que sentía por mi. Recordé las palabras tan tiernas que días antes me había dicho.

No dije nada y le dí la espalda… empezó a caminar hacia mí. Y me tomó del brazo para voltearme frente a él.

“Aun no estoy seguro Ray, discúlpame.”

Y una lágrima escurrió en mi mejilla, baje la mirada al piso, me abrazó y me besó en los labios. Ya nada era igual.

“Te quiero…” fue lo último que escuche de sus labios.

Caminé al auto, abrí la puerta y me agache para tomar el revolver que guardaba debajo del asiento. Encendí las luces del auto para poder distinguir en la oscuridad.

Empecé a recordar y las imágenes llegaron a mi mente en un segundo, cerré los ojos, levanté el arma, tiré del seguro y jalé el gatillo en dirección a su brazo.



Gritó al viento, y disparé justo en su estómago. Lo ví desplomarse, me acerqué. Solo gemía, intentando pronunciar palabra, sus ojos estaban llenos de lágrimas. Y sin pena, con la mirada llena de odio y con lágrimas resbalando en mis mejillas, disparé en el lado izquierdo de su cerebro; donde las emociones nacen… y mueren.

Me despedí de su cuerpo y me subí al auto, arranque el motor y maneje de nuevo a la avenida.

...

El automovil aceleraba cada vez más rebasando el limite de velocidad y al salir de una curva se encontró frente a un trailer. El auto había invadido el carril contrario, el conductor alertaba con las luces altas y el sonido del claxon. Lo inevitable había ocurrido. El auto termino estrellándose en la parte frontal del trailer, se desbarató.

Las ambulancias llegarón en unos minutos y con la ayuda de bomberos y otros voluntarios removieron los fierros y la carroceria del auto que parecía abrazar al conductor para llevarse su vida.



Una camilla se acercó, consiguieron sacar el cuerpo lleno de sangre. Las sirenas anunciaban la emergencia...