12/7/11

Sólo dos palabras.

Es para mí un verdadero placer recibir en este espacio tan personal a una persona que con el tiempo y trato ha mostrado ser pilar y soporte en momentos críticos, alguien a quien no conozco personalmente pero que se ha ganado mi aprecio y lealtad, dentro de los límites que permite esta amistad.

Alguien con estilo singular para escribir y quien entre líneas ofrece lo que pocos hemos podido entender:

Bienvenido Rober, y con el mismo protocolo que merece un Príncipe Real, te cedo mi espacio para que muestres lo que con las letras puedes hacer.



The Legendary King Ray.


Caminaba cabizbajo en la ya entrada noche de lunes; venía pensando que haría sin mi eterna y fiel compañera: mi computadora, la cual había dejado en manos de hasta en ese momento un desconocido, que se encargaría de darle una "manita de gato". Había elegido ese día para estar comunicado el anterior fin de semana, que también era fin y comienzo de año... en sí la cosa se tornaría pesada; pero bueno, el camino tenía que continuar.

Avanzaba paso a paso con mis conocidos mochila y audífonos, los cuales se convierten en un transportador cuando a todo volumen deterioran mi sentido del oído; pero me ayudan a viajar en los aglomerados vagones del metro, como esa vez... bajé escaleras hacía el anden, y como mencioné nada me llamaba más la atención que el sonido en mis oídos.

Recuerdo bien que el viaje lo realicé sentado a pesar de mi soberbia de mostrar mis largas piernas en mis entallados pantalones; también observaba como empezaban a caer pequeñas y escasas gotas del cielo, lo que me hacía sonreír apenas... mi amada lluvia.

Cuando descendí del vagón... caminé a paso muy lento; para volver a transitar unas escaleras que no me mostraban nada, avanzaba más y antes de recorrer el camino que lleva al transmetro saqué de mi mochila el sweater que traía y me había quitado momentos antes con el ingeniero desconocido. Luego retomé mi camino con mi 'aparatito' en la mano, leyendo y escribiendo respuestas pero más de lo primero.

Al terminar el camino observé como el camión ya estaba ahí sin necesidad de esperar, así que subí y me acomodé en el último asiento del lado derecho, recargué mi cabeza en una división y mis ojos empezaban a juguetear conmigo. En uno de esos juegos se quedaron cerrados. Cuando los abrí el recorrido había comenzado y el camión no se encontraba ni la mitad de lleno que va siempre. Repentinamente se me ocurrió voltear a la derecha, mis pómulos se pusieron rojos.

Sí había una persona antes que él, pero su rostro se me hizo conocido; sin duda, ya que mi cabeza no dudo un instante en presionarme a buscar en una red social. Lo hice claro, y lo encontré. Pero como dicen algunos; tengo el don de ser coqueto, volví a mirar girando mi cabeza y lo único que pude hallar fue su mirada en mí, un accidente que juro, yo no vi venir. Ahí empezó todo... ahí empecé a hablar con mi subconsciente, aunque me recriminaba porque no creía hasta en ese momento; me enamoré de primer vista.

Él bajó primero; ni siquiera intente voltear a verlo otra vez; traía algo amarillo, su chamarra... eso me confirmó que había encontrado a alguien sin buscarlo. Cuando descendí una estación después, mi sonrisa no cabía en mi cara; me encontraba en un estado de ánimo desconocido para mí y al llegar a casa intenté olvidar lo sucedido, más no pude.

El culpable de todo fue mi aparatito, que me mostraba mención tras mención que me había contestado vaticinando y corroborando las preguntas que yo le había hecho en el camino; se había puesto algo diferente la cosa... Dicen, que se me aparecieron dos personas a la vez: Destino y Amor.

No sé cómo pero ese día no lo he podido borrar de mi mente; raro, sí... pero más en mí. Un gran escéptico de las cosas que en ese momento sucedían. Pero bueno, acabemos con esto.

La semana transcurrió de manera lenta, quedé de verlo al final de la semana; el viernes, día que también cumple años mi señora madre y día muy valioso para mí. El día llegó completamente de mi lado; todo parecía ponerse color rojo, mi favorito, ya nada más faltaba volverlo a ver. Confieso que corrí cuando vi que mi celular marcaba dos minutos para la hora que nos habíamos citado. Cuando llegué él ya estaba ahí; tan "sin chiste" pero mi corazón palpitaba a velocidad desconocida. El mejor momento del año llegó; sí hubo de todo, perros, sobrinos, balón, me pegó y se manchó su pants amarillo de color azul. Fueron tres horas, muy cortas para mí y con final agonizante.

- ¿Cuando nos vemos de nuevo?
- Cuando tú quieras y puedas. -contesté-
- "Ojalá y sea pronto"

Lamentablemente primero él enfermó; justo después mi madre cayó internada en el hospital, provocando una alteración muy grande en mis sentidos y sentimientos. Tenía miedo de TODO y mi cabeza no se concentraba lo suficiente en actividad que realizará. La oficina me quedaba chica, una red social me robaba al chico y el fútbol apenas me daba un poco más de fuerza.

Recuerdo con claridad que cuando mamá estaba en sus últimos días de hospital, sino en el último; le dí "carta blanca" para que se estabilizará, para estabilizarme yo y estabilizar todo. Lamentablemente no sucedió. Se acabo sin haber comenzado...

El tiempo pasaba y yo seguía con la esperanza de volverlo a encontrar; de comunicarme con él... de que el señor Destino se apareciera de nuevo. Nada sucedía, hasta en una ocasión que lo vi, nada más... ¿Por qué no le dije que era mi vida? ¿Por qué me callé todo lo que sentía?

Cuando se cumplieron seis meses de aquella fecha me arriesgué a hacer lo que nunca por respeto y temor no había hecho, marcarle. Me contestó, sí. Pero no en la situación que quisiera, pero me di cuenta y claramente que el final había llegado. Ya no se trataba de exigir se trataba de entregar. Al otro día... El señor Destino volvió a aparecer junto con el señor Amor. Juntos me devolvieron la paz interior, pero no a aquél que consideré un Príncipe y se quedó en nada.

Pensar que su frialdad al comenzar su última respuesta fue tan dura, que sí... me ablandó un poco pero sólo para hacerme más fuerte. Y darme cuenta que debí creer en el Amor y no en el Destino...

Claro está, que dejaré de buscar un Príncipe...

Ova.



Escrito por The Prince Royal @robersanxez